
Lo bello y lo sublime
Immanuel Kant
Con el título de «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Komgsbey (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido. Numerosas ediciones sueltas se han hecho de este encantador tratadito, sin contar las varias ediciones de las obras completas del autor.
Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, tratan las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» de asuntos varios, moral, psicología, descripción de los caracteres individuales y nacionales;
en suma, de toda suerte de temas interesantes que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal.
Está escrito en estilo fácil y cómodo -extraña excepción en la obra de Kant-, lleno de ingenio, alegría, penetración, con una sencillez encantadora.
Se comprende fácilmente que un crítico haya podido comparar a Kant -refiriéndose a esta obra- con «La Bruyère», el autor de los «Caracteres».
En este ensayo
es donde Kant ataca por primera vez el problema estético, y aunque sus ideas fundamentales acerca del arte y la belleza se hallan sistemáticamente expuestas en su obra posterior, la «Crítica del Juicio»,
tienen, sin embargo, las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» cierto interés para el conocimiento de los orígenes de la estética kantiana.
Pero sobre todo constituyen, como hemos dicho, una serie de delicadas ocurrencias, de certeras observaciones,
de agudas críticas, sin el aparato solemne de la exposición didáctica.
Las diferentes sensaciones de contento o disgusto descansan, no tanto sobre la condición de las cosas externas que las suscitan,
como sobre la sensibilidad peculiar a cada hombre para ser grata e ingratamente impresionado por ellas.
De ahí proviene que algunos sientan placer con lo que a otros produce asco;
de ahí la enamorada pasión,
que es a menudo para los demás un enigma, y la viva repugnancia sentida por éste hacia lo que para aquél deja por completo indiferente.
El campo de las observaciones de estas particularidades de la naturaleza humana es muy amplio,
y oculta aún buena copia de descubrimientos tan interesantes como instructivos.
Por ahora dirigiré mi mirada sobre algunos puntos que parecen particularmente destacarse en este terreno, y más con el ojo de un observador que de un filósofo.